Mario Caponnetto
Roberto de Mattei es, sin lugar a dudas, uno de los más lúcidos y
brillantes intelectuales católicos italianos. Especializado en historia,
catedrático de vasta trayectoria académica en diversas universidades
europeas, no ha descuidado el ejercicio del periodismo en el que vierte
con regularidad sus acertadas reflexiones acerca de los acontecimientos
del mundo y de la Iglesia, reflexiones signadas siempre por un profundo sensus fidei. Es así que hasta el pasado 13 de febrero, de Mattei estaba a cargo de un programa radial mensual, Radici Cristiane,
emitido por Radio María, en Italia. Pues bien, he aquí que desde la
mencionada fecha los oyentes italianos se ven privados de oír la voz del
Profesor de Mattei porque, sencillamente, el Director de Radio María,
el sacerdote Livio Fanzaga suprimió el programa y removió a su
conductor. ¿La causa de tan grave medida? Un artículo publicado por de
Mattei, en su portal Corrispondenza Romana, el 12 de febrero pasado bajo el título Motus in fine velocior.
Según Fanzaga, de Mattei, en el mencionado artículo, habría acentuado
“su posición crítica respecto del Pontificado del Papa Francisco”.
“Estoy muy disgustado -prosigue Fanzaga en la carta personal enviada al
Profesor- y hubiera deseado que Usted pusiese su gran preparación
cultural al servicio del Sucesor de Pedro. Usted comprende, querido
Profesor, que su posición es incompatible con la presencia en Radio
María la que, en sus principios guías, prevé la adhesión no sólo al
Magisterio de la Iglesia sino, además, el apoyo a la acción pastoral del
Sumo Pontífice”. Añade, enseguida, que “por deber de conciencia debo
suspender la transmisión mensual, en tanto le agradezco también en
nombre de los oyentes por el empeño puesto, a título voluntario, en la
búsqueda de las raíces cristianas de Europa”.
Sorprende la extrema gravedad de las razones aducidas por el sacerdote
Fanzaga. ¿Qué puede, en efecto, ser más grave para un intelectual
católico que ser removido de una actividad apostólica nada menos que por
su falta de fidelidad al Sucesor de Pedro? Pero, ¿es así?
De la lectura del mencionado artículo (y la de otros textos de de Mattei
que hemos tenido ocasión de leer) no surge en absoluto el menor indicio
que pueda dar sustento a las razones de Fanzaga. De Mattei es un laico
católico que en uso de la legítima libertad de los hijos de Dios ha
tenido el coraje y la lucidez de expresar sus graves preocupaciones por
la situación actual de la Iglesia particularmente a partir de la
desgraciada renuncia de Benedicto XVI de la que se ha cumplido un año en
estos días.
En el artículo cuestionado, de Mattei en ningún momento ofende la figura
del Santo Padre ni emite juicio alguno que pueda computarse como una
falta de fidelidad a la Cátedra de Pedro. Por el contario, desde una fe
acendrada e ilustrada, alerta acerca de ciertas tendencias y prácticas
supuestamente pastorales -muy presentes y activas a partir de la
elección del Papa reinante- que podrían, de hecho al menos, ponernos al
borde del cisma y aún de la herejía. Se refiere, particularmente, a los
más que visibles intentos de ciertos sectores eclesiales en orden a
permitir la comunión a los divorciados y de “flexibilizar” la moral
católica (básicamente en temas de moral sexual y familiar) considerada
como “rígida” y “desactualizada”. Son esos sectores lo que promueven una
“adaptación” de la Iglesia a la sociedad contemporánea que, de llevarse
a cabo, significaría, lisa y llanamente, la destrucción de la Fe.
Subraya, también, de Mattei la paradoja de que mientras Cristo y la
Iglesia son el blanco de una feroz persecución por parte del mundo
actual, especialmente en una Europa descristianizada y apóstata, ese
mismo mundo rinde homenaje al Papa Bergoglio y lo proclama “el hombre
del año”. Todo esto en un proceso de franca aceleración de los tiempos a
la que alude, precisamente, el título de la nota. Lo dramáticamente
ausente hoy, concluye de Mattei, “es el espíritu intransigente y sin
compromiso de los santos”. Por eso, “urge una acies ordinata, una
armada pronta a entrar en batalla que empuñando las armas del Evangelio
anuncie una palabra de vida al mundo moderno que muere, en vez de
abrazarse al cadáver”.
Nada, pues, que roce ni de lejos la fidelidad y la lealtad al Papado.
Tal como lo expresa el mismo de Mattei en su respuesta a Fanzaga, “La
devoción al Papado constituye parte esencial de mi vida espiritual. Pero
la doctrina católica nos enseña que el Papa es infalible sólo en
determinadas condiciones y que puede cometer errores, por ejemplo, en el
campo de la política eclesiástica, de las opciones estratégicas, de la
acción pastoral y hasta del magisterio ordinario. En este caso no es un
pecado sino un deber de conciencia para un católico remarcarlo siempre
que lo haga con todo el respeto y el amor que se debe al Sumo Pontífice.
Así hicieron los santos que deben ser nuestros modelos de vida”.
Ante estas razones tan exactas y ponderadas, el Director Fanzaga
responde, a su vez, con estas extrañas palabras: “Agradezco su
respuesta. Su artículo me fue señalado por algún oyente que lo sigue.
Ciertas decisiones se toman con sufrimiento. Es mi firme convicción que
la Iglesia pueda salir de su actual tribulación siguiendo a la Virgen y
al Papa. Como nos enseña Benedicto XVI, esta es más que nunca la hora de
la oración”.
Resulta poco creíble que la sola advertencia de algún oyente haya
interpelado la sensible conciencia del padre Fanzaga obligándolo, no sin
gran sufrimiento, a adoptar decisión tan extrema. Más bien es lícito
sospechar que se trató, en realidad, de alguna presión, o una orden, de
“lo alto” y que el bueno de Fanzaga no tuvo más alternativa que ejercer
el triste papel de verdugo. También sorprende que Fanzaga admita que la
Iglesia se ve hoy envuelta en tribulaciones de las que sólo puede salir
con el auxilio de María y la guía del Papa. Pero, ¿no son, acaso, esas
mismas tribulaciones actuales de la Iglesia las que desvelan y preocupan
al Profesor de Mattei? ¿No es el honor y el triunfo del Corazón
Inmaculado de María la cifra de su esperanza como taxativamente lo
enuncia en el cierre de su cuestionado artículo? ¿No es al Papa, en
última instancia, a su autoridad magisterial, a las que sirve con total
fidelidad y lealtad que no es, precisamente, la cómoda obsecuencia de
quienes no ven o no quieren ver que vivimos una hora de tribulación?
¿Qué es lo que, en definitiva, molesta? ¿Acaso el sí, sí, no, no del Evangelio?
Lo que fastidia, lo que no se tolera, es la vox clamantis in deserto
que movida por la Fe advierte, amonesta, denuncia, exhorta, señalando
con ponderación y respeto lo que ya no es posible disimular ni soslayar.
No se tolera a quien se alza en defensa de la Fe recibida y que ha de
ser custodiada sin mancilla hasta el fin de los tiempos. Se aplaude, en
cambio, y se alienta, no sólo la insoportable imbecilidad de quienes
proclaman imaginarias primaveras de la Iglesia sino, y esto es más
grave, la cháchara anacrónica de los modernistas, las gastadas fórmulas
de los “teólogos de la liberación” salidos como espectros de los
sepulcros postconciliares, la retórica marxistoide de las comunidades
eclesiales de base bendecidas desde Roma… Todo se tolera mientras se
acompañe de alguna adecuada dosis de obsecuencia, que no de obsequio, al
Papa.
El episodio del Profesor de Mattei es grave y repudiable. No es el
único, ciertamente, sino que se suma a otros similares y revela una vez
más, que en la Iglesia de hoy los únicos reducidos al silencio son
quienes defienden la Fe; los únicos, además que, permanecerán, fieles y
obedientes, junto al Santo Padre cuando el mundo que ahora lo adula y
alaba acabe por abandonarlo. Pusillus grex.
Es esta, más que nunca, la hora de la oración, escribe el Padre Fanzaga.
De acuerdo. Pero es también la hora de defender la Fe amenazada y de
respetar la legítima libertad de aquellos que, como el Profesor de
Mattei, tienen no sólo la capacidad intelectual sino también la
incuestionable autoridad moral para hacerlo.
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