viernes, 28 de febrero de 2014

The Real Thing - Revisited

No deja de resultar sorprendente pensar que toda esta muchachada tenga, 43 años después, todo el poder de decisión.

Sí resulta un poco extraño que después de todo lo que pasó, sus ideas no hayan cambiado ni un poco al llegar a la vejez.

Año 1971:

 

El modernismo nos condena a la dolorosa conciencia de todas las idioteces anteriores y a la inconciencia de la última
-Chouan-

martes, 18 de febrero de 2014

El grave caso del Profesor Roberto de Mattei - Mario Caponnetto

El grave caso del Profesor Roberto de Mattei
Mario Caponnetto


Roberto de Mattei es, sin lugar a dudas, uno de los más lúcidos y brillantes intelectuales católicos italianos. Especializado en historia, catedrático de vasta trayectoria académica en diversas universidades europeas, no ha descuidado el ejercicio del periodismo en el que vierte con regularidad sus acertadas reflexiones acerca de los acontecimientos del mundo y de la Iglesia, reflexiones signadas siempre por un profundo sensus fidei. Es así que hasta el pasado 13 de febrero, de Mattei estaba a cargo de un programa radial mensual, Radici Cristiane, emitido por Radio María, en Italia. Pues bien, he aquí que desde la mencionada fecha los oyentes italianos se ven privados de oír la voz del Profesor de Mattei porque, sencillamente, el Director de Radio María, el sacerdote Livio Fanzaga suprimió el programa y removió a su conductor. ¿La causa de tan grave medida? Un artículo publicado por de Mattei, en su portal Corrispondenza Romana, el 12 de febrero pasado bajo el título Motus in fine velocior. Según Fanzaga, de Mattei, en el mencionado artículo, habría acentuado “su posición crítica respecto del Pontificado del Papa Francisco”. “Estoy muy disgustado -prosigue Fanzaga en la carta personal enviada al Profesor- y hubiera deseado que Usted pusiese su gran preparación cultural al servicio del Sucesor de Pedro. Usted comprende, querido Profesor, que su posición es incompatible con la presencia en Radio María la que, en sus principios guías, prevé la adhesión no sólo al Magisterio de la Iglesia sino, además, el apoyo a la acción pastoral del Sumo Pontífice”. Añade, enseguida, que “por deber de conciencia debo suspender la transmisión mensual, en tanto le agradezco también en nombre de los oyentes por el empeño puesto, a título voluntario, en la búsqueda de las raíces cristianas de Europa”.
    
Sorprende la extrema gravedad de las razones aducidas por el sacerdote Fanzaga. ¿Qué puede, en efecto, ser más grave para un intelectual católico que ser removido de una actividad apostólica nada menos que por su falta de fidelidad al Sucesor de Pedro? Pero, ¿es así?
    
De la lectura del mencionado artículo (y la de otros textos de de Mattei que hemos tenido ocasión de leer) no surge en absoluto el menor indicio que pueda dar sustento a las razones de Fanzaga. De Mattei es un laico católico que en uso de la legítima libertad de los hijos de Dios ha tenido el coraje y la lucidez de expresar sus graves preocupaciones por la situación actual de la Iglesia particularmente a partir de la desgraciada renuncia de Benedicto XVI de la que se ha cumplido un año en estos días. 
    
En el artículo cuestionado, de Mattei en ningún momento ofende la figura del Santo Padre ni emite juicio alguno que pueda computarse como una falta de fidelidad a la Cátedra de Pedro. Por el contario, desde una fe acendrada e ilustrada, alerta acerca de ciertas tendencias y prácticas supuestamente pastorales -muy presentes y activas a partir de la elección del Papa reinante- que podrían, de hecho al menos, ponernos al borde del cisma y aún de la herejía. Se refiere, particularmente, a los más que visibles intentos de ciertos sectores eclesiales en orden a permitir la comunión a los divorciados y de “flexibilizar” la moral católica (básicamente en temas de moral sexual y familiar) considerada como “rígida” y “desactualizada”. Son esos sectores lo que promueven una “adaptación” de la Iglesia a la sociedad contemporánea que, de llevarse a cabo, significaría, lisa y llanamente, la destrucción de la Fe. Subraya, también, de Mattei la paradoja de que mientras Cristo y la Iglesia son el blanco de una feroz persecución por parte del mundo actual, especialmente en una Europa descristianizada y apóstata, ese mismo mundo rinde homenaje al Papa Bergoglio y lo proclama “el hombre del año”. Todo esto en un proceso de franca aceleración de los tiempos a la que alude, precisamente, el título de la nota. Lo dramáticamente ausente hoy, concluye de Mattei, “es el espíritu intransigente y sin compromiso de los santos”. Por eso, “urge una acies ordinata, una armada pronta a entrar en batalla que empuñando las armas del Evangelio anuncie una palabra de vida al mundo moderno que muere, en vez de abrazarse al cadáver”. 
    
Nada, pues, que roce ni de lejos la fidelidad y la lealtad al Papado. Tal como lo expresa el mismo de Mattei en su respuesta a Fanzaga, “La devoción al Papado constituye parte esencial de mi vida espiritual. Pero la doctrina católica nos enseña que el Papa es infalible sólo en determinadas condiciones y que puede cometer errores, por ejemplo, en el campo de la política eclesiástica, de las opciones estratégicas, de la acción pastoral y hasta del magisterio ordinario. En este caso no es un pecado sino un deber de conciencia para un católico remarcarlo siempre que lo haga con todo el respeto y el amor que se debe al Sumo Pontífice. Así hicieron los santos que deben ser nuestros modelos de vida”.
    
Ante estas razones tan exactas y ponderadas, el Director Fanzaga responde, a su vez, con estas extrañas palabras: “Agradezco su respuesta. Su artículo me fue señalado por algún oyente que lo sigue. Ciertas decisiones se toman con sufrimiento. Es mi firme convicción que la Iglesia pueda salir de su actual tribulación siguiendo a la Virgen y al Papa. Como nos enseña Benedicto XVI, esta es más que nunca la hora de la oración”.
    
Resulta poco creíble  que la sola advertencia de algún oyente haya interpelado la sensible conciencia del padre Fanzaga obligándolo, no sin gran sufrimiento, a adoptar decisión tan extrema. Más bien es lícito sospechar que se trató, en realidad, de alguna presión, o una orden, de “lo alto” y que el bueno de Fanzaga no tuvo más alternativa que ejercer el triste papel de verdugo. También sorprende que Fanzaga admita que la Iglesia se ve hoy envuelta en tribulaciones de las que sólo puede salir con el auxilio de María y la guía del Papa. Pero, ¿no son, acaso, esas mismas tribulaciones actuales de la Iglesia las que desvelan y preocupan al Profesor de Mattei? ¿No es el honor y el triunfo del Corazón Inmaculado de María la cifra de su esperanza como taxativamente lo enuncia en el cierre de su cuestionado artículo? ¿No es al Papa, en última instancia, a su autoridad magisterial, a las que sirve con total fidelidad y lealtad que no es, precisamente, la cómoda obsecuencia de quienes no ven o no quieren ver que vivimos una hora de tribulación? ¿Qué es lo que, en definitiva, molesta? ¿Acaso el sí, sí, no, no del Evangelio? 
    
Lo que fastidia, lo que no se tolera, es la vox clamantis in deserto que movida por la Fe advierte, amonesta, denuncia, exhorta, señalando con ponderación y respeto lo que ya no es posible disimular ni soslayar. No se tolera a quien se alza en defensa de la Fe recibida y que ha de ser custodiada sin mancilla hasta el fin de los tiempos. Se aplaude, en cambio, y se alienta, no sólo la insoportable imbecilidad de quienes proclaman imaginarias primaveras de la Iglesia sino, y esto es más grave, la cháchara anacrónica de los modernistas, las gastadas fórmulas de los “teólogos de la liberación” salidos como espectros de los sepulcros postconciliares, la retórica marxistoide de las comunidades eclesiales de base bendecidas desde Roma… Todo se tolera mientras se acompañe de alguna adecuada dosis de obsecuencia, que no de obsequio, al Papa. 
    
El episodio del Profesor de Mattei es grave y repudiable. No es el único, ciertamente, sino que se suma a otros similares y revela  una vez más, que en la Iglesia de hoy los únicos reducidos al silencio son quienes defienden la Fe; los únicos, además que, permanecerán, fieles y obedientes, junto al Santo Padre cuando el mundo que ahora lo adula y alaba acabe por abandonarlo. Pusillus grex.
    
Es esta, más que nunca, la hora de la oración, escribe el Padre Fanzaga. De acuerdo. Pero es también la hora de defender la Fe amenazada y de respetar la legítima libertad de aquellos que, como el Profesor de Mattei, tienen no sólo la capacidad intelectual sino también la incuestionable autoridad moral para hacerlo.
    
    
    
Buenos Aires, 16 de febrero de 2014


Del blog amigo Sagrada Tradición