La paz del cuerpo es la ordenada complexión de las partes;
y la del alma irracional, la ordenada calma de sus
apetencias.
La paz del alma racional es la ordenada armonía
entre el conocimiento y la acción,
y la paz del cuerpo y del alma,
la vida ordenada y la salud del animal.
La paz entre el hombre mortal y Dios
es la obediencia ordenada por la fe bajo la ley eterna;
y la paz entre los
hombres entre sí, su ordenada concordia.
La paz de la casa es la ordenada concordia
entre los que mandan y los que obedecen en ella,
y la paz de la ciudad
es la ordenada concordia
entre los ciudadanos que gobiernan y los gobernados.
La paz de la ciudad celestial
es la unión ordenadísima y concordísima
para gozar de Dios y mutuamente en Dios.
Y la paz de todas las cosas, la tranquilidad del orden.
Y el orden es la disposición que asigna a las cosas
diferentes y a las iguales
el lugar que les corresponde.
San Agustín
La
Ciudad de Dios, Libro XIX, cap.13
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