Se muere, pero no se abdica
Un Rey se muere siendo rey en su lecho mortuorio, o batalleando espada en mano, o en un magnicidio bañado en sangre regia, o en un patíbulo, con inmensa dignidad, frente al populacho indigno y abyecto.
Morirse abdicado es, para un Rey, morir sin ocaso de gloria, la última gloria de un Rey.
Ahora, además, no es tiempo de abdicar, no son fechas, no es el momento. Los antiguos reyes consultaban los horóscopos, que algo tendrán que ver o que decir los astros de las mecidas y vaivenes del péndulo de la Historia. Pero, incluso sin cartas astrales, parece obvio que Junio del 2014 no es el momento para meterse en abdicaciones y todo lo que sigue. A no ser que se sepa que los meses siguientes van a ser todavía peores, que entonces sí que cabría cierta razón (sin decir con esto que sea bueno abdicar).
Los derrumbes comienzan, muchas veces, así, con un movimiento que precipita un mundo que se viene abajo incontinente. Como cuando cae una torre, como cuando detonan un edificio. Lo que queda luego, cuando se disipa la nube cegadora de polvo, es un desolador vacío con peana informe de cascotes y deshechos.
El Señor nos libre, pero conste que los siniestros zapan y minan porque profesan el odio ncestral al trono y el altar.
Algunos estúpidos católicos no saben valorar lo que de trono y altar nos queda, necios que rezan sin sentir el 'adveniat Regnum Tuum'.
Aunque la ocasión no provoque al fin otro desgraciado hiato monárquico-español -¡Dios nos libre!- , aprovecho, no obstante, para clavar un par de rejones a quien le duela, a todos los que les duela:
¡Reviente la España republicana!!!...y se hundan con ella todos los perros republicanos, todos.
Y es que, como recordamos de vez en cuando en ExOrbe, en esta casa somos monárquicos axiales, católicos conscientes, no pazguatos, críticos hasta con el Santo Rey David, si se tercia, pero fervientes siempre, siempre leales al Altar y el Trono.
Vivat Regnum !! Vivat Rex !!
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Hubiéramos querido decir algo, pero ese algo era exactamente lo de arriba.
Ese Borbón se creyó que su nombre era suyo, soñó que era el ciudadano Borbón. Y ahí tiene: tiene su jubilación, destino de ciudadano.
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