miércoles, 30 de marzo de 2016

La Declaración Conjunta Luterano Católica de 1999. Un documento imposible



Mientras asistimos a los preparativos para el festejo de los 500 años de la herejía de Martín Lutero vemos que los mismos no empezaron estos dias. En efecto, si hay algo que debe reconocérsele a los enemigos internos en la propia Iglesia es su perseverancia en el mal. Así es como nos encontramos con la bastante olvidada Declaración Conjunta en la que la jerarquía de la Iglesia Católica intentó pactar con algunas congregaciones luteranas la fórmula de compromiso acerca de la Justificación.
Un documento sorprendente, por decir algo, en el que se dicen cosas como estas (el resaltado es nuestro):

"(...)Mediante el enfoque apropiado de estudios bíblicos recientes y recurriendo a métodos modernos de investigación sobre la historia de la teología y los dogmas, el diálogo ecuménico entablado después del Concilio Vaticano II ha permitido llegar a una convergencia notable respecto a la justificación, cuyo fruto es la presente declaración conjunta que recoge el consenso sobre los planteamientos básicos de la doctrina de la justificación. A la luz de dicho consenso, las respectivas condenas doctrinales del siglo XVI ya no se aplican a los interlocutores de nuestros días"

"41. De ahí que las condenas doctrinales del siglo XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos: Las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, la condenas de las Confesiones Luteranas, no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica Romana, expuesto en la presente declaración"

Las condenas doctrinales católicas son, obviamente, las definiciones del Concilio de Trento (Denzinger)
“Después de explicada esta católica doctrina de la justificación, tan necesaria, que si alguno no la admitiere fiel y firmemente, no se podrá justificar, ha decretado el santo Concilio agregar los siguientes cánones, para que todos sepan no sólo lo que deben adoptar y seguir, sino también lo que han de evitar y huir:

D-819 Can. 9. Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la justificación y que por parte alguna es necesario que se prepare y disponga por el movimiento de su voluntad, sea anatema [cf. 798, 801 y 804].

D-821 Can. 11. Si alguno dijere que los hombres se justifican o por sola imputación de la justicia de Cristo o por la sola remisión de los pecados, excluida la gracia y la caridad que se difunde en sus corazones por el Espíritu Santo y les queda inherente; o también que la gracia, por la que nos justificamos, es sólo el favor de Dios, sea anatema [cf. 799 s y 809].

D-822 Can. 12. Si alguno dijere que la fe justificante no es otra cosa que la confianza de la divina misericordia que perdona los pecados por causa de Cristo, o que esa confianza es lo único con que nos. justificamos, sea anatema [cf. 798 y 802].

D-828 Can. 18. Si alguno dijere que los mandamientos de Dios son imposibles de guardar, aun para el hombre justificado y constituído bajo la gracia, sea anatema [cf. 804]. 

D-829 Can. 19. Si alguno dijere que nada está mandado en el Evangelio fuera de la fe, y que lo demás es indiferente, ni mandado, ni prohibido, sino libre; o que los diez mandamientos nada tienen que ver con los cristianos, sea anatema [cf. 800].

(Sólo a modo de exposición no taxativa). Ver completo aquí


Ahora bien, este estrambótico documento "conjunto" tiene problemas de todo tipo.
En primer lugar, decir que las condenas de Trento ya no corren por obra y magia del "diálogo y los métodos modernos" es un disparate, sin vueltas.
Claro que en el pastiche y la confusión deliberada del texto se intentan sostener creencias contradictorias simultáneamente, aceptando ambas. Por la fecha (1999) suponemos que allí estaba el cardenal Ratzinger en dialéctica con Kasper, a quien los de a pie todavía no teníamos en el radar. Y el resultado es una flagrante y desvergonzada logomaquia.
Así adivinamos en la inteligencia del texto al Card. Ratzinger (probablemente en soledad) intentando neutralizar el disparate limitando con su proverbial sutileza la eximición de condena solamente "a lo expuesto en la presente declaración", es decir a lo que es católico. Y por otro lado al hereje Kasper, que veía en esa limitación un "retroceso en el diálogo ecuménico":

"Por este motivo, se tomó la decisión de aclarar las cuestiones controvertidas en un documento, que se llamó Anexo, en el que se confirman algunas de las afirmaciones de la Declaración común. Más en concreto: 
1. Que existe un acuerdo fundamental sobre la doctrina de la justificación. Evidentemente, persisten aún sobre el tema algunas cuestiones abiertas que se deberán examinar más adelante. Sin embargo, las diferencias no anulan la base común que se ha alcanzado sobre la comprensión de esa doctrina. Por eso se trata también de un consenso diferenciado. 
2. Además, sobre la base del modo como se entiende la doctrina de la justificación en la Declaración conjunta, las condenas recíprocas del siglo XVI relativas a esa doctrina no se aplican ya hoy ni a católicos ni a luteranos."*
 *ver aquí: Comentario a la Declaración Conjunta Católico-Luterana sobre la Justificación de Walter Kasper. Vale la pena ver que ciertos lenguajes y enfoques, que ahora nos resultan identificables y familiares, ya estaban plenamente en uso en aquellos días anticipatorios.


En definitiva, otro documento hecho para que cada quien interprete como mejor le parezca, en búsqueda dialéctica de una "síntesis superadora", que será hegeliana o kasperita pero ciertamente no católica.  Pidamos por la conversión de nuestros clérigos y teólogos. Esto ya no da para más.