(Leon Bloy)
Los amigos de la FVN nos acercan esta conferencia del R. P. Dr. Julio Menvielle pronunciada en el Colegio de La Salle (Buenos Aires, Argentina) el 3 de Agosto de 1968.
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-Extractos-
R. P. Dr. Julio Meinvielle
Evidentemente que este es un tema de gran significado en este momento de confusión dentro de la Iglesia. La confusión ya está en la dialéctica que se ha querido introducir en la Iglesia misma entre «Iglesia preconciliar» e «Iglesia posconciliar»…
Con ello se quiere liquidar y sepultar dos mil años de historia cristiana…
Por esto… hay que examinar el momento actual de la Iglesia: primero, en los planes de los hombres; y luego, en el plan de Dios. En el plan de Dios, digo, porque Cristo nos exhortó a mirar los signos de los tiempos…
La Iglesia, en su vida, en el decurso de los siglos, va realizando aquella enseñanza del Apóstol San Juan a las siete Iglesias del Apocalipsis: a la Iglesia de Éfeso, a la Iglesia de Esmirna, a la Iglesia de Pérgamo, a la Iglesia de Tiátira, a la Iglesia de Sardes, a la Iglesia de Filadelfia y a la Iglesia de Laodicea…
Primero es la Iglesia de Éfeso, la Iglesia que nace impetuosa, la Iglesia Apostólica. Éfeso significa eso: ímpetu… Todo el mundo Romano, y el Griego, y el Bárbaro, se enteró de la persona de Cristo…
Después de la Iglesia de Éfeso viene la Iglesia de los Mártires. Los grandes campeones de la Fe dan testimonio de Cristo. Es la Iglesia de Esmirna. Esmirna quiere decir amargura. Con la amargura de sus sufrimientos testimonian que Cristo es Dios…
Y el esplendor de la Iglesia de los Mártires, que duró desde la pasión del Señor hasta el año 300 de nuestra era fue grande y glorioso. No sólo por la sangre derramada, sino por la sangre derramada en honor de Jesucristo, Salvador de los hombres…
Viene después la Iglesia de Pérgamo y la Iglesia de Tiátira. La Iglesia de Pérgamo es la Iglesia de los grandes Doctores. Y la Iglesia de Tiátira es la Iglesia del esplendor Cristiano, del esplendor Medioeval. La Iglesia de Constantino inaugura el reconocimiento público de la Iglesia de Cristo. Y los dos grandes poderes de la tierra, el político y el religioso, se juntan en unidad armónica, para la edificación de la ciudad cristiana… que ha de culminar en el esplendor del siglo XIII. Esplendor de política cristiana, de San Luis Rey de Francia; de los grandes Pontífices, Gregorio VII, Inocencio III; ciudad cristiana que ha de culminar en el esplendor de la filosofía cristiana de Santo Tomás de Aquino; ciudad cristiana que ha de culminar en el arte cristiano del Beato Angélico, de la Catedral Gótica; ciudad cristiana cuyo elogio lo ha hecho el gran Pontífice León XIII en la «Inmortale Dei» para que quede grabada firmemente, desafiando la estulticia de los progresistas que abominan de la cristiandad…
Luego la revolución moderna del capitalismo liberal. La Iglesia de Sardes. Sardes es el lugar donde nació Creso, el hombre famoso por sus riquezas y por la acumulación del oro del mundo pagano. Revolución moderna del capitalismo liberal en que el hombre no quiere ajustarse a la ley de la simple razón, sino a la del instinto, de la pura libertad y de la avaricia... Y entonces la única preocupación del hombre se convierte en amontonar riquezas… La revolución moderna del capitalismo liberal, tiene que producir y engendrar necesariamente… la revolución comunista, en que el hombre, despojado de Dios, despojado del goce sensible del liberalismo, se ajusta a la esclavitud de la sociedad colectiva. Y entonces vemos… el proceso de degradación en que vive cayendo el hombre: de lo sobrenatural cae en la ciudad naturalista, de ésta en la sociedad del capitalismo –sociedad económica. Y del capitalismo en la sociedad del comunismo. Nos encontramos entonces hoy al final de la… revolución del capitalismo y del comunismo… y se está entrando resueltamente en la esclavitud de la sociedad tecnocrática, de funcionamiento perfecto, en que cada hombre tendrá su dosis de trabajo, su dosis de placer, su dosis de cultura. Y en lo religioso, en lo cultural, en lo político, en lo económico, se ajustará al funcionamiento perfecto de un mecanismo de relojería.
Es la sociedad de hoy, que está acondicionando al hombre en todos los aspectos… Se está cumpliendo una gran función de lavado de cerebro a través de los medios de comunicación… para nivelar el pensamiento del hombre, los sentimientos del hombre…La cristiandad, es decir, el mundo humano bajo Cristo, habrá quedado entonces totalmente liquidado. Y el mundo vivirá una sociedad perfecta, con la perfección de un mecanismo… El hombre… seguirá llamándose libre, pero nunca habrá sido tan esclavo.
Hasta aquí el desarrollo del mundo: primero la Iglesia floreciendo, luego la Iglesia sometida. Pero ahora, en estos momentos, la lucha que los enemigos han llevado contra el mundo cristiano, contra la Cristiandad –para crear la ciudad naturalista de los siglos XVI, XVII y XVIII; para crear la ciudad liberal del siglo XIX; y la ciudad comunista del siglo XX– ahora ya llevan los golpes contra la Iglesia misma, desde dentro de la Iglesia: este es el significado del actual progresismo, de la Iglesia «progresista»… alentada por grandes teólogos, los teólogos publicitados...
Los enemigos de la Iglesia, la masonería y el comunismo, han entrado dentro de la Iglesia y están empeñados en la destrucción de la Iglesia. En esta tarea están empeñados altos Cardenales, altos Obispos, Sacerdotes eminentes, Teólogos de renombre y Laicos encumbrados. La lucha se lleva en todos los frentes y con todas las armas. Se trata de liquidar a la Iglesia. En el frente doctrinario, no hay verdad católica que hoy se mantenga en pie. Se dice que ya el pecado no existe, que el pecado original no existe, que Adán y Eva no existieron…
Al atacar el pecado original, se atacan todos los dogmas católicos. Porque si el hombre no nace pecador y no viene pecador al mundo, ya no necesita salvación. Cristo está demás. No hay un redentor. Y estos teólogos cuestionan la persona de Cristo, cuestionan la Encarnación, cuestionan la Resurrección…
Y esto no algún teólogo aislado, sino muchos teólogos. Y esta enseñanza después se repite en los Seminarios, en las casas de formación…
Al no haber pecado, no tienen razón de ser los sacramentos…
Se cuestiona la Eucaristía, la Transubstanciación…
La Santa Misa no es el Sacrificio de Cristo, sino una cena litúrgica que cada vez se acerca más a un espectáculo o a un show. Esta es la situación de la Iglesia…
«Cielo o Infierno» –dice un teólogo–, «esto no nos preocupa para nada».
Al mismo tiempo que se cuestiona la doctrina, los dogmas fundamentales de la Iglesia, se alienta la corrupción de costumbres. Hasta ahora, la castidad y la virginidad era un don de la Iglesia Católica. El celibato en los sacerdotes, la virginidad en las religiosas… todo esto hoy se cuestiona…
Freud entra en la Iglesia como un «santo padre» y regula la doctrina sexual de seminaristas, religiosos y clérigos. Está el famoso caso de Cuernavaca, de todo un monasterio de benedictinos donde entró el psicoanálisis de Freud… Claro, se acabó todo eso.
Se sostiene que lo que importa hoy es el amor. El amor es la razón de ser de la vida, del matrimonio... Claro, ¿qué amor? Cualquier amor y sobre todo el amor más inferior, el amor puramente carnal. Si la razón de ser del Matrimonio es el amor, se justifica entonces la contra-concepción, que es una carga y es un peso; se justifica el divorcio, porque al cabo de cierto tiempo, las parejas pueden cansarse de amarse; se justifica el homosexualismo, porque hay hombres que no encuentran el amor en las mujeres sino en otros hombres y hay mujeres que no encuentran el amor sino en otras mujeres. Y esto que parece una ocurrencia ha sido enseñado públicamente por un… teólogo, que lo ha propagado en Lovaina, a través de la radio y de la televisión…
Uno queda estupefacto que un teólogo, invocando la teología –hoy la teología sirve para todo, menos para ponernos en comunicación con Dios– pueda proferir estas aberraciones. Y proferirlas públicamente sin que nadie lo llame al orden. Esto por lo que se refiere a la corrupción sexual.
Hay también corrupción social. Aquí es otro gran «santo padre» el que es introducido en la Iglesia: Carlos Marx. Doctor de la Doctrina Social de la Iglesia a quien invocan los curitas y Obispos revolucionarios, que tienen por portaestandarte a Camilo Torres, al «Che» Guevara, a Fidel Castro, a Mao Tse Tung. Y esto ustedes lo pueden ver todos los días en los diarios. Movimientos revolucionarios de Sacerdotes y Obispos, en Brasil, Uruguay, Chile, en ciudades Argentinas, en toda Latinoamérica…
El caso más espeluznante de todos estos es el caso de un dominico francés… que llega a afirmar que hoy no existen cosas de la fe, ni existen cosas de Dios: lo importante es que la Iglesia se entregue a la masa, se funda en la masa. Y trabaje para la liberación de las masas… Dios está en las masas obreras que luchan por su liberación. Ahí está Dios y ahí está Cristo. Y el Sacerdote debe convertirse entonces en un revolucionario.
Yo pregunto: ¿a dónde va esta Iglesia que altera los dogmas católicos, que exhorta a la práctica del amor libre –porque enseñar que la razón de ser del matrimonio es el puro amor carnal, eso es enseñar el amor libre–, que predica la revolución social? ¿A dónde va esta Iglesia que se ha convertido en factor de subversión? Porque esta es la verdad. La verdad desnuda. La Iglesia se ha convertido en factor de corrupción. Yo compadezco a los padres y madres de familia que han de enviar a sus hijos e hijas inocentes a las escuelas de religiosos y de religiosas, o a la catequesis parroquial. Que no se encuentren allí con un curita o una monja que los exponga a perder la inocencia. Antes podía estar muy seguro un padre de familia de mandar tranquilamente a sus hijos a la parroquia o la escuela religiosa. Hoy ya no lo puede estar…
[NdE: Pone a continuación varios ejemplos de sacerdotes y colegios en aquellos días…]
¿A dónde va la Iglesia que se ha convertido en un factor de subversión? Se va a un cristianismo acomodado a un mundo que proclama la muerte de Dios. O sea, Dios ha muerto, Dios no existe y entonces hay que vivir la vida –incluso la vida cristiana– como si Dios no existiera y hubiera muerto.
El Cristianismo ya no tendrá que ocuparse de los temas religiosos. La salvación del alma ya no va a interesar. Hace poco en una Iglesia aquí de Buenos Aires en la puerta decía: «usted no se ocupe de la salvación del alma, ocúpese de los problemas sociales». Y entonces el cristiano se ocupará del problema del hambre, del problema del Vietnam… pero nada de la salvación del alma. Un Cristianismo sin Iglesia, sin Sacerdocio…
Todo este progresismo en la doctrina, en lo sexual, en lo social… esta potenciado por todos los medios de comunicación mundial… Todo está dando cuerda a esta Iglesia progresista. A estos curitas que quieren hoy hacernos olvidar 2000 años de Iglesia y meternos en la Iglesia postconciliar.
Estamos en un momento decisivo. Estamos en el proceso de liquidación de la Iglesia. Estamos pasando de la Iglesia de Sardes –la Iglesia de que habla San Juan en el Apocalipsis– a la Iglesia de Filadelfia, a una Iglesia nueva.
En este momento hay que agarrarse firme a las enseñanzas del Papa [NdE: el Papa en ese momento era el Beato Pablo VI]. Y el Papa enseña que hay dos cosas particularmente que no pueden ponerse hoy en tela de juicio: Tradición y Magisterio de la Iglesia; y las Leyes Constitucionales de la Iglesia con el consiguiente acatamiento al Ministerio de Gobierno Pastoral que Cristo estableció y que la sabiduría de la Iglesia ha desarrollado y ampliado. «En consecuencia», añade el Papa –el 25 de Mayo de 1968–, «si bien debe haber renovación, modernización, diálogo con otros cristianos y libertad religiosa, no puede haber alteraciones en los dogmas tradicionales, ni teología libre subjetiva, ni abrazar ciertos principios negativos de otras confesiones cristianas, ni libertad de consciencia como criterio de verdad religiosa».
Lo mismo recientemente, el 29 de Junio, cuando reafirmó la invariabilidad de la Doctrina e hizo ese Credo ampliado en el cual ratifica las verdades esenciales de la Iglesia.
Pero sobre todo lo que quiero destacar es el significado de la última encíclica, la «Humanae Vitae», que se refiere al problema de la contra-concepción, un problema central clave, porque afecta a lo más íntimo del hombre, a lo íntimo de la familia.
La tesis de la contra-concepción tenía a favor el informe de la mayoría de grandes médicos, psicólogos, sociólogos, teólogos publicitados con Cardenales de gran actuación mundial, Obispos, Sacerdotes, grandes Laicos, con la propaganda a favor en todos los ambientes del mundo. Humanamente había que dar por triunfante la tesis de la contra-concepción… Con ella el derecho natural iba a caer como una antigualla de conciencias timoratas. Iba a caer igualmente la inmutabilidad de la Iglesia docente. Y ya se imponía el cambio de la Iglesia postconciliar. Cambio en Moral, cambio en Doctrina… Directamente desde Roma iban a dictar el Dogma y la Moral al mundo nuevo. Esto es lo que humanamente se podía esperar con la enseñanza del Papa sobre este tema. Pero he aquí que Dios asiste a la Iglesia con una protección especial. Y Pablo VI, Vicario de Cristo, superando la debilidad de la carne y de su carácter pendular, se siente asistido por el Espíritu Santo y proclama con valentía que la contra-concepción se opone al derecho natural. Y proclama el Papa: «así, quien reflexiona rectamente deberá también reconocer que un acto de amor recíproco que prejuzgue la disponibilidad a transmitir la vida que Dios Creador, según particulares leyes ha puesto en él, está en contradicción con el designio constitutivo del Matrimonio y con la voluntad del Autor de la Vida»…
Con esta palabra del Papa, no sólo queda dirimida la cuestión, sino que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, se levanta como signo de contradicción frente al mundo. Los intentos de los enemigos mundiales para aprisionar a Jesucristo y a su Iglesia quedan rotos y desbaratados. El Papa es libre frente a las fuerzas mundiales…
Estamos pasando de la Iglesia de Sardes, la Iglesia de Creso, la Iglesia de la acumulación de riquezas, acumulación del mundo capitalista, acumulación del mundo comunista, estamos pasando a la Iglesia de Filadelfia. Estos años y estos meses que vienen, van a pasar cosas grandes en el mundo…
San Grignion de Monfort anuncia que viene una época grande para la Iglesia… nos habla de Santos, Santos grandes que van a dejar atrás a los Santos que hemos conocido. Los van a dejar atrás, como los Cedros del Líbano dejan a los árboles más pequeños. O sea, vendrá un momento de intensidad espiritual muy grande en el mundo, donde florecerá la santidad, la castidad, la virginidad, y las grandes virtudes y el heroísmo del cual ha dado muestras la Iglesia en todos los tiempos.
Hoy la Iglesia está reducida al silencio. Hablo de la Iglesia Verdadera, la Iglesia Tradicional, de todos los Concilios. Del Concilio de Nicena hasta el Concilio Vaticano II. La Iglesia Tradicional está en silencio. No puede hablar porque la publicidad la tiene ahogada. Algo grande está pasando porque recién el Espíritu Santo le ha dado fuerzas al Santo Padre para que desafíe la publicidad mundial y hable. Y hable claro: exponiendo la Doctrina de siempre de la Iglesia Católica.
Para acabar voy a leer unas palabras de Don Orione… «No seamos de esos catastróficos, que creen que el mundo va a terminar mañana. La corrupción, el mal moral son grandes, es verdad. Pero sostengo y creo firmemente que el último en vencer ha de ser Dios… Una gran época está por llegar, esto por la misericordia de Jesucristo Señor Nuestro. Y por la celestial y maternal intercesión de María Santísima… A esta era, a este grandioso y jamás visto triunfo de la Iglesia de Cristo, nosotros, a pesar de mínimos, debemos aportar la contribución de nuestra entera vida. En cuanto esté de nuestra parte debemos prepararla, darle prisa con la oración incesante, con la penitencia, con el sacrificio, con la transfusión de nuestra fe y de nuestra alma…».
Transcripción: Asociación “Fraternidad de Vida Nueva”
Mar del Plata – Argentina.
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P. Julio Meinvielle “La Iglesia en la Actualidad”:
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