Al momento de transcribirla aquí abajo, ya tiene casi 60.000 firmas, entre las que se cuentan las de los Cardenales Burke, y Medina Estévez (Chile), sacerdotes, diáconos y personalidades católicas conocidas para nosotros como los periodistas Roberto de Mattei o Alessandro Gnocchi; un candidato a la presidencia de los Estados Unidos (el ex-senadorRick Santorum); profesores universitarios, parlamentarios, figuras políticas, etc etc.
Es de precepto.
Y, gente, a rezar y hacer penitencia, que cuentas se nos pedirán por lo que está pasando.
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Texto en castellano:
Beatísimo Padre,
En vista del Sínodo sobre la familia de octubre de 2015, nos dirigimos filialmente a V.S. para manifestarle nuestras aprensiones y esperanzas sobre el futuro de la familia.
Nuestras aprensiones se deben a que, desde hace décadas, asistimos a una revolución sexual promovida por una alianza de poderosas organizaciones, fuerzas políticas y medios de comunicación, que atenta paso a paso contra la existencia misma de la familia como célula básica de la sociedad. Desde la llamada Revolución del 68 padecemos una imposición gradual y sistemática de costumbres morales contrarias a la ley natural y divina, tan implacable que hace hoy posible, por ejemplo, que se enseñe en muchos lugares la aberrante “ideología del género” aún en la tierna infancia.
Ante ese oscuro designio ideológico, la enseñanza católica sobre el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios es como una antorcha encendida que atrae numerosas personas - agobiadas por la propaganda hedonista - al modelo casto y fecundo de familia predicado por el Evangelio y conforme al orden natural.
Santidad, a raíz de las informaciones difundidas por ocasión del pasado Sínodo, constatamos con dolor que, para millones de fieles, la luz de esa antorcha pareció vacilar por causa de los vientos malsanos de estilos de vida propagados por lobbies anticristianos. En efecto, constatamos una generalizada desorientación causada por la eventualidad de que en el seno de la Iglesia se haya abierto una brecha que permita la aceptación del adulterio – mediante la admisión a la Eucaristía de parejas divorciadas vueltas a casar civilmente – e, incluso, una virtual aceptación de las propias uniones homosexuales, prácticas éstas categóricamente condenadas como contrarias a la ley divina y natural.
De esta desorientación brota paradójicamente nuestra esperanza.
Sí, pues en esta situación una esclarecedora palabra vuestra será la única vía para superar la creciente confusión entre los fieles. Ella impediría que se relativice la misma enseñanza de Jesucristo y disiparía las tinieblas que se proyectan sobre el futuro de nuestros hijos, si esa antorcha dejase de iluminarles el camino.
Esta palabra, Santo Padre, os la imploramos con corazón devoto por todo lo que sois y representáis, seguros que ella jamás podrá disociar la práctica pastoral de la enseñanza legada por Jesucristo y sus vicarios, porque esto sólo aumentaría la confusión. Jesús nos ha enseñado, en efecto, con toda claridad la coherencia que debe existir entre la verdad y la vida (cfr. Jn 14, 6-7) así como nos ha advertido que el único modo de no sucumbir es poniendo en práctica su doctrina (cfr. Mt 7, 24-27).
Al pedirle la Bendición Apostólica, le aseguramos nuestras oraciones a la Sagrada Familia - Jesús, María y José - para que ilumine a S.S. en esta circunstancia tan trascendental.
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