sábado, 20 de julio de 2013

Calvino y la pesca

Me tiraron con un Manual de Garrigou Lagrange por la cabeza. ¿Y qué voy a decir? No voy a discutir con el egregio dominico ni con el emboscado arrojador, por razones diametralmente opuestas. Empezando porque no sé mucho de Teología, y porque no puedo con los Manuales de Moral. No sé demasiado ni de una cosa ni de la otra, ni de Teología ni de Moral.
De pesca sé un poco más y me gustan los libros que algunos viejos pescadores supieron escribir con el relato de sus aventuras, generalmente no muy escalofriantes. Fines de semana al borde de un río.
Por eso prefiero dejar acá los grandes temas morales y hablar de pesca.
Yo recuerdo esos viejos tiempos... Ibamos con mi mujer al río llevando nuestras cañas, una canasta con fiambres, una botella de vino...ella siempre insistía con llevar su  mantel de hilo, menos práctico que un hule, pero "mucho más lindo" decía para explicar, como una disculpa.

 
Sacábamos un par de truchitas para poner a la noche en la sartén con algunos hongos que ella juntaba y otros menjunjes. 
 Un par, nomás, para nosotros y algún amigo invitado. 


Al caer el sol, era doblar el mantel, desarmar las cañas, regresar y encontrar a Los Pescadores. Ellos siempre traían sus ostensibles quince o treinta presas, sus poses fotográficas, y también su sorna por las dos o tres de nuestra canasta. Daba una especie de bronca medio indefinible en su causa, si por la bolsa enorme que traían, si por el desperdicio, su exhibición, o su desprecio. O todo junto.
Pero no mucha bronca, tampoco vayamos a cargar las tintas. Quizás era mas bien pena por el desprecio hiriente, o quizás por la degradación o manipulación de algo tan sagrado como la pesca para provecho inútil y regocijo impropio. Esa parte nunca la supe porque excede a la pesca.

Lo cierto es que el tiempo pasó y Los Pescadores siguieron con sus técnicas probadas y eficientes. Quince, treinta, cuarenta, a veces más. Y así continuó hasta la llegada del Nuevo Reglamento de Pesca y, sobre todo, del Espíritu del nuevo reglamento. 
A partir de ahí, y por decreto ya no se pudieron sacar más truchas porque es depredación, porque el Medio no da, y  porque no es "sustentable".
"Medio" es la palabra que usan para denominar al Río.
Así que ahora es Catch & Release, "Liberación Obligatoria" dice textual el Nuevo Reglamento en lengua vernácula. 
La verdad es que a mí eso siempre me pareció una mariconada: ya no es ni quince ni cuarenta, ni dos para la sartén. Ahora es nada. Ahora hay que liberar delicadamente a estos desconcertados animalitos que ya se veían a sí mismos fritos entre hongos y menjunjes y si es posible darles un beso y decirles algo así como "vete en Paz". Quizás olvidan que la pesca no es un juego.

También aparecieron unos sujetos que se llaman Guías (están en el Nuevo Reglamento), y son Pescadores Profesionales, que saben prácticamente todo sobre la pesca, especialmente sobre el articulado y sobre el Código Civil y los accesos permitidos al Río.

Reconozco que algunas veces pasamos un par de truchitas en la canasta. De contrabando, no sea cosa que las vean los Guías. Lo raro es que los Guías son exactamente las mismas personas que antes del Nuevo Reglamento de Pesca mostraban su desprecio por la exigüidad de las dos o tres y ahora las miran con exhibición de horror y de escándalo por la enormidad. Los Guías en general son los que antes eran Los Pescadores.

Al final dejamos de compartir la mesa, al comprobar que con demasiada frecuencia la expresión de los invitados al ver la fuente era la que quizás pondrían si al llegar a una comida en Africa les sirvieran una cabeza humana y se la tuvieran que tragar, por respeto a ese ancronismo cultural que es la antropofagia.

Claro es que igual extrañamos aquellos sencillos picnics sobre el mantelito de hilo y la botella de vino al borde del Río.


En definitiva, a la pesca la arruinaron los que antes nos exhibían bolsas de desperdicios y nos tiraban Manuales de Pesca por la cabeza en lugar de escribir pequeños libros de aventuras, o de enseñar a pescar a sus hijos. Tanto como   los que ahora nos aplican el nuevo Reglamento, que no es más que una sofisticada forma de no pescar. Y son los mismos.
Y que las dos o tres truchas de la canasta no son un "justo medio" entre la depredación y la nada, sino algo muy distinto. La pesca no es una cuestión de grados. 
Cosa que explica muy bien un amigo, que no es pescador sino cazador: "si ves dos patos volando en fila y disparás al medio, un teórico te diría que en promedio cazaste uno"





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