Ante la enormidad de las cosas a las que asistimos, y la indetenible avalancha de locura que ocurre frente a nuestros propios ojos, vamos a optar por retirarnos momentáneamente. Es imposible comentar sobre algo tremendo por la mañana y encontrarse con algo aún peor por la tarde, y así cada día en movimiento uniformemente acelerado.
La nueva normalidad en la Iglesia parece que es un clérigo sodomita para Maitines, y un sacrilegio en las Vísperas.
No es defección. Información no es lo que falta. Vamos a rezar un poco más.
Ya volveremos. Si Dios quiere.
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