Es interesante volver sobre el brote de clericalismo ultramontano que le ha picado a los sectores más progresistas en estos últimos días. El P. Hunwicke lo ha destacado en un humoroso artículo, muy recomendable.
Estamos escuchando por todos lados las más extrañas invocaciones a la infalibilidad papal (de este Papa, pero no de los Papas, como señala el P. Hunwicke), a la asistencia irrenunciable del Espíritu Santo, a la diabólica rebeldía y contumacia de los que se oponen (los"ultraconservadores", léase católicos).
Es interesante, porque viene de las mismas bocas que hasta hace muy poco tiempo se levantaban contra cualquier manifestación de poder papal (el insoportable "cetralismo" de Juan Pablo II, o el "cerrado dogmatismo" de Benedicto, por ej., y los preconciliares no cuentan). Son las mismas plumas que se esgrimieron contra la Humanae Vitae, la Familiaris Consortio ("que ya tiene 35 años"), o la Caritas in Veritate, el Summorum Pontificum. Por no decir la Pascendi, la Libertas o el Syllabus, y menos aún, las lejanísimas definiciones de Trento.
Ya no se rechaza todo lo que pasó antes del Concilio, sino todo lo que ocurrió antes del Sínodo. Y lo cierto es que no importa cuál sea el resultado de las votaciones, porque el resultado del Sínodo es que la fe católica tal como la recibimos de Nuestro Señor haya sido sometida a votación.
El Nuevo Pentecostés es hoy y empezó hace dos semanas. Todo lo demás habría terminado. Es la "madurez en la fe", que reúne las formas más clericales del arcón pre-conciliar, completándolo con lo más farisaico del modernismo. En el fondo nada ha cambiado, el proceso es el mismo, llegando a los más bajos estratos de la degradación.

El Papado será un figurón protocolar (ya lo es), que servirá para edulcorar componendas diplomáticas y darles una pata "espiritualista", y "seremos uno" con herejes y paganos.
Y los católicos....los católicos mejor que vayamos preparando el cogote. El catolicismo pre-sinodal, pequeña grey, no será tolerado. Y no importa cómo termine este Sínodo. Pero que Dios nos mande un pastor.
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