lunes, 26 de octubre de 2015

La Paradoja de Müller



Otra perogrullada, para que quede:
Una de las cosas que más intenta resaltar el campo kasperita dentro de todo lo que ha pasado en estos días es el voto positivo del cardenal Gerhard Müller en el Circolo Germanico, cuyo documento fue recogido por la Relatio Final del Sínodo*.
Lo cierto es que el pésimo documento de los alemanes salió votado por unanimidad y la conclusión explícita de los kasperitas sobre el asunto es que Müller, el cancerbero alemán, fue finalmente doblegado y plegado a su posición. Queda claro que para ellos siempre es un triunfo presentable que la verdad de Cristo no sea proclamada, y de ahí su festejo. Cuanto más sabor pierda la sal, mejor para su tarea de destrucción.
La paradoja de Müller es que, rodeado de hienas tal como estaba, sólo tenía la salida de detener la sarta de herejías que los alemanes en general pretendían sacar, e introducir un párrafo que en buena fe pudiera ser leído "católicamente". Bueno, ese paupérrimo cometido se logró.
Si Müller --que es el representante del campo católico frente a la opinión pública mundial--votaba en contrario y perdía, el párrafo quedaba como la voluntad triunfante de los enemigos de la fe y ahora sería la derrota total de los católicos. Ahora el voto de Müller queda como prenda de "catolicidad" para el texto y los kasperitas ven su triunfo diluído, aunque no por ello menos presentable. Si votaba en contra, perdía y si votaba a favor, perdió.

La pregunta que resta es si esto puede ser exhibido también como un triunfo para la Iglesia, y la respuesta es completamente negativa: el control de daños no es la tarea de nuestros Obispos. Su tarea es proclamar la fe abierta y claramente y confirmarnos a los fieles en ella. ¿Sirve esta porquería de documento para eso? Ciertamente que no.
Lo penoso es que de alguna manera (otra vez!) todos quedamos presos de la Paradoja de Müller y nos vemos obligados (otra vez!) a defender esta porquería episcopal, que no vale ni el papel en el que está escrita, haciendo una dificultosa y rebuscada lectura "católica", solamente para que no caiga en el campo enemigo.

Quizás los Obispos católicos deberían haber abandonado el Sínodo (no vamos a decir "en masa", porque no somos tan ingenuos). Y Benedicto también**: en silencio estruendoso, salirse del Vaticano e irse a un monasterio a Africa, Hungría o Polonia, donde hay católicos. Suena a Malachi Martin pero, vamos, eso hubiera liquidado el asunto de una vez por todas.


* Un buen análisis, en Wanderer
**Según dicen fue junto a Schönborn el artífice del acuerdo que dio lugar al documento germánico.



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