Pero va para que quede asentado:
El asunto de la carta del escándalo es muy interesante. Porque la carta fue una carta privada de 13 cardenales al Papa demostrando su preocupación por la manipulación de los procedimientos y la mordaza a la prensa y nada de ella debería haber llegado al público.
Y todos le echan la culpa a Sandro Magister, pero lo cierto es que la existencia de la carta, más los lineaminetos generales de lo que decía, y el hecho de que estaba firmada por exactamente 13 cardenales, fue publicado por Andrea Tornielli en la Stampa cuatro o cinco días antes que Magister.
Tornielli es, junto con Elisabetta, el vaticanista favorito de Bergoglio y uno de los que "tiene llegada", y todo lo que publica es lo que le mandan publicar. Es decir, la filtración vino por el lado de Bergoglio (después de un arranque de furia al recibir la carta, que lo llevó a una descompensación y a ser medicado y hacer reposo, según se publicó en otras partes)
La operación fue tremendamente hábil: primero Tornielli menciona la carta, y unos días después se le hace llegar a Magister una copia "retocada" y con firmantes que no fueron. Lo que se dice "pescado podrido". Los que no habían firmado la desmienten, los que la habían firmado (Pell) dicen que el contenido no es exacto, e inmediatamente Elisabetta y su concubino, el ex sacerdote Gerry O´Connell publican artículos simultáneos demoliendo al detestado Magister, a la carta misma y a los "ultraconservadores (léase "católicos). Elisabetta en La Nación, O´Connel en America, órgano oficial de los jesuitas progresistas en los Estados Unidos. Después, Bergoglio pide perdón por el "escándalo".
Quizás el mundo no esté perfectamente preparado para los métodos jesuítico-peronchos del maquiavelismo bergogliano. Pero lo cierto, es que todos (empezando por Magister), pisaron el palito.
Exactamente. Así fue.
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